Esta semana salió a la luz lo que ya todos suponíamos; el camerino del Barcelona 2018 se rompió. En entrevista con Diario El Universo el exdirectivo Aquiles Álvarez confesó que la inclusión del entorno político por parte del presidente José Francisco Cevallos afectó al grupo, tanto que generó problemas entre directivos al punto de romperse el camerino.
Mientras el principal directivo canario se encontraba en campaña, descuidó al club y dejó de ir seguido a los entrenamientos, tal como mencionó Aquiles Álvarez, en ese entonces presidente de la comisión de fútbol.
Debido a esto, las figuras representativas del presidente pasaron a ser Juan Alfredo Cuentas, Aquiles Álvarez y Carlos Alfaro Moreno. La toma de decisiones a la interna comenzó a verse en evidencia al no encontrarse el máximo representante del Ídolo.
Esto es más o menos como cuando en una familia el padre viaja seguido y deja en sus manos la decisión del entorno a sus hijos mayores por sobre los menores; dando lugar a disputas y choques de poderes y a la mala toma de decisiones producto de constantes desacuerdos.
Cuentas es un tipo difícil, su carácter resulta chocante a más de uno, pero a la vez tiene un importante respaldo del presidente, incluso mayor al de Alfaro y Álvarez. Y bueno, es que el financiero es el quién sabe todo lo que se hace y deshace en un club, ¿curioso no?
En un entrenamiento el financiero del equipo torero se fue de palabras con el presidente de la comisión de fútbol; fue una disputa fuerte que rompió la relación entre ambos y causó malestar a la interna del grupo, tal como menciona Álvarez en la entrevista.
Y es que es más o menos como cuando dos amigos muy queridos en el grupo se pelean, al final eso termina afectando a todos por igual, queramos o no.
La disputa entre Aquiles Álvarez, Alfaro Moreno y Alfredo Cuentas tomó un protagonismo indeseado tras el desaparecimiento de la figura principal (paterna), de José Cevallos.
Y no es difícil pensar porque; en ese entonces se habló mucho de la posible salida del presidente Cevallos, lo que haría que quien asuma el club inmediatamente sea Cuentas, de pésima relación con varias personas a la interna del club. El choque entre dirigentes canarios por quedarse al frente del mismo tomó un papel protagónico, los rumores de la inminente renuncia de Cevallos ponían la situación más tensa y sumado al atraso en los sueldos y la campaña política los jugadores se sintieron sin respaldo.
De ahí en más no suena tan descabellado el tiempo que el equipo estuvo sin ganar, ocho partidos en donde no supo sumar tres puntos luego de un arranque excepcional de la segunda etapa; en la que todo indicaba que llegaban a la final ante Liga.
El protagonismo político que el presidente tomó le quitó tiempo para estar al frente del club; la relación entre principles se quebró producto del choque de poderes y esto afectó inmediatamente a todo el entorno de Barcelona. De la mano comenzaron los atrasos en los sueldos de los jugadores, la desesperación por no perder la etapa generó malestar. Las supuestas lesiones de varios integrantes importantes se dieron en son de protesta al completo descuido de los directivos con ellos.
En fin, todo se sumó para que un equipo plagado de estrellas y que venía invicto termine tercero, perdiendo toda posibilidad de ser campeón; un equipo que durante gran parte del torneo fue el que mejor jugó y que terminó siendo una lágrima para todos sus hinchas. Un caos llamado Barcelona 2018.